El mejor pensamiento, la más bella acción son los que más nos aproximan a la gratuidad divina -Louis Cattiaux
Se dice muy a menudo que para que nuestra vida cambie es nuestra mente la que primero debe mudar; otros, aunque tornen las palabras, dicen en el mismo tenor que el que debe cambiar es nuestro corazón. Sorprende entonces que nadie diga, en esta nuestra civilización tan pretendidamente materialista, que deberían cambiar nuestros vientres -aunque no es que falten ni mucho menos quienes afirman que uno es lo que come. En vez de hablar de dietética o estilos de vida, o entremezclar cosas previamente separadas, intentaré acercarme al denominador común en el que vientre, corazón y mente participan.
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