Hace poco tiempo un lector chino me preguntó por qué identificaba el ejercicio denominado “Oso Constante» (熊经 xiong jing) con el Polo (Taijitu, 太极图) cuando sus ideogramas son enteramente diferentes. La pregunta me chocó, ya que ni siquiera se me había ocurrido pensar en la filología o los caracteres chinos, y pensaba sólo desde el lenguaje corporal y la mecánica y dinámica del cuerpo. Y me ratifica hasta qué punto casi todos nosotros, también los practicantes de artes marciales y otras ejercitaciones físicas, seguimos pensando más en los términos del lenguaje heredado que en lo que nos dice el propio cuerpo.
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