El tiempo y el reloj

Péndulos, círculos, ondas, vórtices, electrones, elipses, espirales… ¿Qué clase de «reloj» podría construirse con todo esto? O mejor todavía, ¿qué clase de «tiempo» estaría midiendo, contando, o calculando? Y además, ¿lo estaría calculando, o más bien señalando?

Hablar del tercer principio en dinámica es hablar del concepto mismo de reciprocidad —dentro de sistemas cerrados. La reciprocidad de los sistemas de referencia relativistas es puramente matemática, puesto que no está ligada a la masa de ninguna partícula—pero lo mismo ocurre con las fuerzas en las elipses según Newton.

La simultaneidad relativista, incluso el determinismo local de la mecánica cuántica, se insertan en el supuesto básico newtoniano del sincronizador global, el tiempo absoluto en el que el tercer principio no tiene lugar de forma secuencial sino simultánea. Pero el mismo vórtice del experimento del cubo del propio Newton, como nota Pinheiro, niega ese tiempo absoluto de la forma más convincente y categórica —y no sólo para el instinto, siempre más fuerte que la metafísica. La lectura termomecánica permite obtener más información, además de otro tipo de indicación. Y ese mismo vórtice es ya otro modelo de reloj, completamente diferente, que hemos de aprender a contemplar —si es que para contemplar algo, en este nuestro mundo artificial, hemos de empezar por poder de algún modo reproducirlo.

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