Metanoia, continuo y cuaternidad

(Capítulo final, corregido y aumentado, del ensayo «Espíritu del Cuaternario» 

Dejemos por un momento la ciencia y volvamos a una perspectiva más general.

Fue probablemente en una reacción contra el idealismo intrínseco al símbolo trinitario que una serie de pensadores de estilo muy variado se volvió en el siglo XX, y especialmente tras la posguerra, hacia los esquemas cuaternarios como símbolos de la totalidad. Quizás fue Jung el primero en percibir la necesidad de este giro, seguido luego por autores tan conocidos como Heidegger con su cuaternidad tierra-cielo-celestes-mortales, o el Schumacher de la excelente «Guía para perplejos» con su cuádruple campo de conocimiento: yo interno, mundo interno, yo externo, mundo externo, opuestos dos a dos como determinantes de la experiencia, la apariencia, la comunicación y la ciencia.

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ESPÍRITU DEL CUATERNARIO (SEMIOSIS Y CUATERNIDAD)

La terna Yo-Mundo-Dios de la que habla la no-dualidad permite superar la oposición entre fe y razón. Quien se llama a sí mismo “ateo” no cree en Dios pero cree en la existencia de un Mundo y una Ley independientes del Yo, y por lo mismo supone la existencia de un ego autónomo. Sin embargo la interdependencia de los tres es la misma condición de posibilidad del lenguaje, y, de la lógica dentro de él. Revirtiendo la dirección habitual del pensamiento y el signo se comprende cabalmente su inexistencia como entidades independientes.

Índice

1. El Principio es la meta

2. El cuarto

3. Disposición de la mecánica

4. Máquinas, antimáquinas, no-maquinas y cuerpos

5. Sensible e inteligible

6. La conciencia, punto de fuga y última frontera

7. Dividiendo por cero

8. Metanoia, continuo y cuaternidad

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