LA CONCIENCIA, EL NÚMERO Y EL NOMBRE

Un conocido matemático dejó dicho que harían falta un millón de años para comprender bien los números primos, si es que alguna vez lo hacemos. Habría que haberle preguntado qué es lo que aspiraba a comprender de los números primos que pueda requerir tanto tiempo. Por lo que sé, ningún matemático se ha formulado siquiera la pregunta de porqué los números primos, estando en el núcleo de la aritmética, no parecen tener ninguna importancia en la Naturaleza —cuando sin embargo la función zeta de Riemann, tan íntimamente ligada a su estructura, parece reflejarse en muchos tipos de sistemas físicos diferentes.

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IRONÍA Y TRAGEDIA EN LA HIPÓTESIS DE RIEMANN

¿Sabíais este secreto? Lo peor es que la belleza no sólo es terrible, sino también un misterio. Dios y el Diablo luchan en ella, y su campo de batalla es el corazón del hombre.
Fiódor Dostoyevski

Mei Xiaochun publicó hace 3 años un artículo en el que afirmaba que la hipótesis de Riemann ni siquiera tiene sentido porque para empezar ya hay cuatro inconsistencias graves en el texto de 1859. En un artículo posterior, utiliza un método estándar para probar que la función zeta de Riemann no tiene ni un solo cero no trivial. Cero ceros. No hace falta recordar que, según la opinión matemática reinante, se han calculado billones de ellos.

Mei Xiaochun no está tratando de encontrarle cinco pies al gato. Las inconsistencias de las que habla son muy básicas, incumplen incluso las propias ecuaciones de Cauchy-Riemann que están en la base del análisis complejo. No soy matemático y prefiero diferir mi juicio sobre la relevancia de sus argumentos, pero creo que, como mínimo, merecen una atención y una respuesta; aunque difícilmente la encontraremos en ninguna parte. Si algún matemático se dignara responder, probablemente diría algo así como que la continuación analítica tiene principios que el autor parece ignorar, pero nadie ignora que crear nuevos principios según convenga es la forma más elegante de no tenerlos.

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Metanoia, continuo y cuaternidad

(Capítulo final, corregido y aumentado, del ensayo «Espíritu del Cuaternario» 

Dejemos por un momento la ciencia y volvamos a una perspectiva más general.

Fue probablemente en una reacción contra el idealismo intrínseco al símbolo trinitario que una serie de pensadores de estilo muy variado se volvió en el siglo XX, y especialmente tras la posguerra, hacia los esquemas cuaternarios como símbolos de la totalidad. Quizás fue Jung el primero en percibir la necesidad de este giro, seguido luego por autores tan conocidos como Heidegger con su cuaternidad tierra-cielo-celestes-mortales, o el Schumacher de la excelente «Guía para perplejos» con su cuádruple campo de conocimiento: yo interno, mundo interno, yo externo, mundo externo, opuestos dos a dos como determinantes de la experiencia, la apariencia, la comunicación y la ciencia.

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ESPÍRITU DEL CUATERNARIO (SEMIOSIS Y CUATERNIDAD)

La terna Yo-Mundo-Dios de la que habla la no-dualidad permite superar la oposición entre fe y razón. Quien se llama a sí mismo “ateo” no cree en Dios pero cree en la existencia de un Mundo y una Ley independientes del Yo, y por lo mismo supone la existencia de un ego autónomo. Sin embargo la interdependencia de los tres es la misma condición de posibilidad del lenguaje, y, de la lógica dentro de él. Revirtiendo la dirección habitual del pensamiento y el signo se comprende cabalmente su inexistencia como entidades independientes.

Índice

1. El Principio es la meta

2. El cuarto

3. Disposición de la mecánica

4. Máquinas, antimáquinas, no-maquinas y cuerpos

5. Sensible e inteligible

6. La conciencia, punto de fuga y última frontera

7. Dividiendo por cero

8. Metanoia, continuo y cuaternidad

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LA FUNCIÓN ZETA Y LA TEORÍA DE LA INFORMACIÓN

Se ha dicho que si se resolviera la hipótesis de Riemann, se podrían romper todos las claves de criptografía y ciberseguridad; nadie ha precisado cómo eso podría conducir a métodos más rápidos de factorización, pero al menos nos recuerda la estrecha relación entre un problema hasta hoy intratable, la criptografía y la teoría de la información.

Tales especulaciones sólo se basan en el hecho de que la función zeta de Riemann establece una conexión entre los números primos y los ceros de una función infinitamente diferenciable que brinda el método más potente para explorar este campo, siendo los números primos la base de la criptografía clásica; pero ya hemos visto que la función zeta es mucho más que todo eso.

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LA ESTRATEGIA DEL DEDO MEÑIQUE

Frente al tsunami tecnológico

Hay una guerra tecnológica, pero el que crea que es sólo tecnológica ya la tiene perdida. Ahora China parece haberle tomado la delantera a los Estados Unidos en la lucha por el control de los canales de comunicación, y muchos lo celebrarían si no fuera porque esta quinta generación de telefonía no hace sino intensificar lo que ya era a todas luces un exceso.

No sólo nos oponemos al despliegue indiscriminado de tecnologías sino que, en un artículo ya lejano, incluso sugeríamos otra línea de investigación biofísica para evaluar la incidencia de la radiación electromagnética en la salud humana y del resto de los seres vivos [1]. Está claro que las grandes corporaciones que promueven este despliegue sólo están preocupadas por las cuotas de mercado, pero, ¿quién dice que dentro de unos años no puedan ser objeto de gigantescas reclamaciones por daños y perjuicios?

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Del monopolo a la polaridad

La polaridad fue siempre un componente esencial de la filosofía natural y aun del pensamiento sin más, pero la llegada de la teoría de la carga eléctrica sustituyó una idea viva por una simple convención.

A propósito del vórtice esférico universal, hablábamos antes de la hipótesis del monopolo de Dirac. Dirac conjeturó la existencia de un monopolo magnético por una mera cuestión de simetría: si existen monopolos eléctricos, ¿por qué no existen igualmente unidades de carga magnética?

Mazilu, siguiendo a E. Katz, razona que no hay ninguna necesidad de completar la simetría, puesto que en realidad ya tenemos una simetría de orden superior: los polos magnéticos aparecen separados por porciones de materia, y los polos eléctricos sólo se presentan separados por porciones de espacio vacío. Lo cual está en perfecta sintonía con la interpretación de las ondas electromagnéticas como un promedio estadístico de lo que ocurre entre el espacio y la materia.

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